La presidenta izquierdista de Brasil, Dilma Rousseff, amanece este lunes más arrinconada políticamente que nunca, un día después de que manifestaciones de proporciones históricas reclamaran su salida del poder en las calles del gigante sudamericano.
Más de tres millones de personas, 1,4 en Sao Paulo, según las cifras de la policía, formaron este domingo una impresionante marea opositora verde y amarilla, que serpenteó por un Brasil golpeado por la recesión económica y hastiado de ver cómo las escandalosas revelaciones sobre el megafraude a Petrobras manchan de corrupción a la élite política y económica del país.
La oposición esperaba una movilización masiva en las calles para hacer presión sobre los diputados indecisos, que deberán pronunciarse a favor o en contra del impeachment de la presidenta, reelegida en el 2014.
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