Investido presidente de Gobierno en España después de estar al mando más de diez meses de manera interina, el conservador Mariano Rajoy tiene que hacer de la necesidad virtud para, en minoría, afrontar los grandes retos del país.
La necesidad de Mariano Rajoy deriva del hecho cierto de que su Gobierno cuenta con 170 diputados en un Parlamento de 350 escaños, a seis de la mayoría absoluta.
Además, sólo 137 son de su propio grupo, el Partido Popular (PP). El nuevo presidente de España ha necesitado el apoyo de los 32 diputados de la cuarta fuerza política, Ciudadanos (liberales), uno más de una representante canaria, y la abstención de una quincena de socialistas.
Consecuentemente, la virtud tiene que estar en la capacidad que tengan Rajoy y su equipo para dialogar, negociar y pactar; para, en definitiva, evitar que la oposición parlamentaria sume todos sus votos y tumbe al Gobierno en la Cámara Baja.
Se trataría, entonces, de recuperar el consenso que imperó durante la histórica Transición española para alumbrar la Constitución de 1978 y el proceso de normalización democrática que permitió al país integrarse en la Unión Europea y experimentar un fuerte progreso económico y social.
De la muñeca del presidente -y de la actitud de sus adversarios políticos- dependerá el que salgan adelante las importantes reformas que necesita el país.
El Parlamento está muy fragmentado. La minoría mayoritaria es el Partido Popular y la segunda fuerza es un Partido Socialista (PSOE) tan dividido que está en manos de una comisión gestora.
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